Cada vez son más frecuentes las noticias sobre cubiertas verdes y jardines verticales realizados en nuestro país, y el interés en este tipo de infraestructuras no para de crecer. Aprovechar la cubierta de un edificio o una terraza para crear una zona ajardinada, el hall de unas oficinas o el interior de una tienda para instalar un jardín vertical, se está convirtiendo en una tendencia habitual y en auge. Los sistemas utilizados cada vez son más industriales y estandarizados, y los profesionales más especializados y competentes, por lo que la viabilidad técnica de estas instalaciones está asegurada. Cada vez somos más conscientes sobre los beneficios que nos aporta el verde a nuestra vida cotidiana, tanto en nuestra salud como en nuestros edificios. La ciudadanía reclama tener la naturaleza cerca y en este sentido, muchos ayuntamientos ya están trabajando en iniciativas para promover este tipo de infraestructuras verdes. ¿Pero qué intereses hay detrás de estas infraestructuras verdes y que beneficios nos aportan?
La instalación de una cubierta verde en un edificio permite aprovechar un espacio infrautilizado y aporta beneficios directos sobre el lugar donde se instala, sobre la población y sobre la ciudad.
Esta capa extra de vegetación en el edificio permite aislarlo del exterior, de forma que reduce la cantidad de insolación y mantiene la refrigeración en verano, y mantiene la calefacción del edificio en invierno. También alarga la vida útil de la impermeabilización de la cubierta y aísla acústicamente el interior del edificio. Todo esto se traduce en un importante ahorro económico, sobretodo en climatización. En cuanto a la población, el ajardinamiento de una cubierta le permite disponer de una nueva zona verde urbana y es capaz de absorber el CO2 generado por la quema de combustibles fósiles, un gran problema para la ciudadanía.
A nivel de ciudad, aporta dos importantísimos beneficios, la reducción del efecto isla de calor y un retardo en la escorrentía. Los edificios retienen calor durante el día y es liberado lentamente durante la noche, obteniéndose elevadas temperaturas mínimas nocturnas estivales comparadas con las zonas periurbanas, lo que se conoce como “efecto isla de calor”.
Una cubierta verde provoca que el edificio no se caliente tanto, y por tanto, disipe menos calor por la noche. En zonas de clima mediterráneo, fenómenos meteorológicos como son las tormentas y lluvias torrenciales suelen ser bastante habituales, y la tendencia es que cada vez sean más frecuentes. Estas fuertes lluvias en poco espacio de tiempo pueden colapsar el sistema de alcantarillado, provocando inundaciones en zonas urbanas. Una cubierta verde puede mitigar el efecto de estos fenómenos, absorbiendo parte de este agua en el sustrato y aljibes si dispone el sistema, provocando un retardo en el retorno al alcantarillado del excedente.
Emular la naturaleza
Los elementos que conforman un cubierta verde tratan de emular lo que sucede en la naturaleza, donde el suelo se estructura en diferentes niveles para contener la vegetación. Básicamente una cubierta verde debe tener una capa de impermeabilización, una lámina anti-raíces, una lámina drenante, una lámina filtrante y el sustrato.
A excepción de la impermeabilización, estas capas pueden encontrarse en los diferentes sistemas existentes en el mercado en formato laminar o en formato modular. Cubiertas verdes hay de tres tipos, en función de la vegetación que contienen y de la profundidad del sustrato. Las cubiertas extensivas son las más livianas, con menor profundidad de sustrato y formadas principalmente por especies del género Sedum. Son las más económicas y las que requieren menor mantenimiento, pero su atractivo estético es limitado y los beneficios en cuanto a fijación de CO2, aislamiento térmico y acústico, y retardo en la escorrentía son menores.
Las cubiertas semi-intensivas presentan una profundidad de sustrato suficiente para contener plantas de tipo aromáticas, gramíneas, vivaces y sub-arbustivas. Su atractivo estético es mucho mayor que las de Sedum y se pueden utilizar una gran variedad de especies. Gracias a poder contener esta mayor diversidad de plantas y a una mayor profundidad de sustrato, los beneficios que aportan son mayores que los de las extensivas.
Por el contrario, su coste económico, tanto de instalación como de mantenimiento, y el peso que debe soportar la estructura, es mayor. Las cubiertas intensivas presentan una profundidad de sustrato como para contener árboles. Las posibilidades paisajísticas son mucho mayores, al igual que los beneficios. Pero su coste es mucho mayor y la estructura del edificio debe estar preparada para soportar la gran sobrecarga que comporta.
Clima mediterráneo
Para garantizar el éxito de una cubierta verde en zonas de clima mediterráneo como la nuestra, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones respecto a las que se instalan en zonas de clima atlántico o continental.
El riego es un factor determinante para asegurarnos el éxito de nuestra instalación, pero sobretodo que sea lo más eficiente posible. Para ello es aconsejable optar por sistemas de cubierta verde que ya lleven el sistema de riego incorporado.
Otro elemento a tener en cuenta son los aljibes. En nuestro clima, las lluvias son escasas y mal repartidas. Optar por sistemas con aljibe para poder almacenar este bien tan preciado y utilizarlo después, nos servirá para ahorrar riegos y ser más respetuosos con el medio ambiente. La elección de la vegetación es fundamental, y optar por especies de bajo requerimiento hídrico y de clima mediterráneo, garantizará el éxito de la cubierta.
Por suerte, disponemos de una gran variedad de especies para hacer unas composiciones muy atractivas. Y por último una buena elección del sustrato, que permita almacenar el agua de lluvia pero con suficiente porosidad para oxigenar las raíces. Sustratos muy drenantes nos obligarán a hacer riegos más frecuentes y por lo tanto, a un consumo superior de agua, bien muy preciado en nuestras latitudes.
Jardines verticales
Los jardines verticales, además del gran atractivo estético que tienen, también aportan los mismos beneficios que las cubiertas verdes, a excepción de la reducción de la escorrentía. Jardines verticales podemos encontrar desde en una cocina o salón de casa, hasta cubriendo por completo la fachada de un edificio.
Existen muchos sistemas en el mercado, todos ellos con una serie de beneficios y limitaciones. Los hidropónicos por ejemplo, son livianos y ofrecen unos crecimientos de vegetación espectaculares, pero requieren un gasto en agua importante, mayor mantenimiento y un gran aporte de fertilizantes. Los que usan sustrato de naturaleza orgánica, tienen un crecimiento más lento y son más pesados, pero requieren menos mantenimiento y gastan mucha menos agua y fertilizantes.
Algunos de estos sistemas son capaces de purificar los elementos volátiles orgánicos contaminantes presentes en el aire.
En ciertos sistemas que utilizan sustratos de naturaleza orgánica, se genera alrededor de las raíces un ecosistema conocido como rizosfera, donde habitan de forma simbiótica una serie de microorganismos capaces de absorber estos elementos contaminantes, actuando como auténticos biofiltros. Haciendo circular el aire por esta rizosfera, estos microorganismos pueden captar estos elementos, metabolizarlos y ponerlos a disposición de las plantas.
Esta característica hace muy interesante su instalación en oficinas, ciudades e incluso túneles.
Cuando se realizan este tipo de instalaciones en interior, una iluminación adecuada es imprescindible para su buen funcionamiento. Los jardines verticales hidropónicos, al presentar un crecimiento más rápido y tener que metabolizar una mayor cantidad de nutrientes, presentan unos requerimientos lumínicos superiores en relación a los sistemas con sustrato orgánico.
Por otra parte hay que tener en cuenta el espectro de absorción de las plantas para aportar una luz adecuada a sus necesidades con el mínimo consumo energético.
Futuro verde
Tenemos la suerte de estar experimentando el inicio del boom de las infraestructuras verdes y, aunque la cosa todavía va lenta, la demanda es cada vez más creciente y las iniciativas públicas son cada vez más numerosas, por lo que podemos augurar un futuro cada vez más verde para nuestras ciudades.
Nombre | Alberto del Hoyo |
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