La sostenibilidad en la edificación se puede abordar desde numerosos puntos de vista y el sector de la fachada se ha ido posicionando desde hace tiempo. Buena parte de los desarrollos tecnológicos del sector han tenido como guía la eficiencia energética y el ahorro en el consumo de la energía. Todos los sistemas de perfilería han evolucionado hacia gamas con valores bajos de transmitancia térmica. Y el avance de los acristalamientos ha sido espectacular con soluciones para las diferentes tipologías de edificios mediante los vidrios de capa o el desarrollo que queda por venir de los vidrios de vacío, que mejorarán aun más las prestaciones de las fachadas. En esta línea también los productos de protección solar (persianas, toldos, celosías cortinas…) están avanzando tanto en la evolución de los materiales y de los tejidos, como en los sistemas para su accionamiento. Desde este punto de vista, el sector de las fachadas ofrece soluciones eficientes más allá de los requisitos que va marcando la normativa.
El concepto de ahorro y eficiencia energética ha influido el desarrollo de las prestaciones que ofrecen los productos, siendo el siguiente paso lógico el desarrollo e incorporación de nuevos materiales o la combinación de los nuevos materiales con los actuales materiales más tradicionales dentro del sector de la fachada.
Pero la sostenibilidad no sólo se contempla desde la perspectiva de las prestaciones técnicas del producto, el impacto se está midiendo en todo el ciclo de la vida: fabricación, transporte a obra, instalación, uso durante su vida útil y fin de vida.
Toda esta información se recoge en las Declaraciones Ambientales de Producto (DAP) que, paulatinamente, se van haciendo más conocidas en el sector, tanto para ventanas, muros cortina, como fachadas ventiladas. Las Declaraciones Ambientales de Producto ofrecen información ambiental de forma normalizada, en base al análisis de ciclo de vida, ofreciendo así al usuario de la DAP información sobre el comportamiento ambiental del producto en todo su ciclo de vida. En el sector de las fachadas se está ya trabajando a nivel normativo en las Reglas de Categoría de Producto para productos de vidrio plano (norma prEN 17074) y en la norma de Reglas de Categoría de Producto para ventanas y puertas peatonales (norma prEN 17213), todavía en fase de redacción.
Así como en el caso de la eficiencia energética, la normativa ha sido el principal impulso, en el tema de las DAPs el cada vez mayor peso de las certificaciones medioambientales de los edificios se está convirtiendo en la mayor motivación, cuando aún no es un requisito obligatorio. Certificaciones como LEED o BREAAM están animando a los fabricantes a desarrollar las DAP de sus productos para incorporar esta información a nivel de los edificios.
Pero, además, las fachadas contribuyen de otras maneras en el confort de los usuarios de edificios y viviendas.
Está demostrado que un óptimo aprovechamiento de la luz natural, junto con el ahorro en iluminación artificial tiene efectos en el bienestar de las personas (mayores tasas de recuperación de pacientes), en el rendimiento escolar y en la mejora de la productividad laboral. Por lo que también existen certificaciones de estas prestaciones que se valoran a nivel del edificio en función de su uso.
Instalación correcta
No obstante, hay que recordar la importancia que tiene la correcta instalación de los productos y sistemas constructivos para que sus prestaciones perduren a lo largo de su vida útil. Por ello, es necesario que exista una mano de obra cualificada y formada para garantizar la correcta instalación de los productos.
En esta línea, desde ASEFAVE se impulsó en el año 2016 la redacción de una norma española de instalación de ventanas, para establecer las recomendaciones necesarias para una correcta colocación de los cerramientos (véase la norma UNE 85219:2016. Colocación de ventanas).
Justamente, el siguiente punto en el que se está avanzando es en el del mantenimiento, reparación y sustitución. No solo la instalación se debe hacer de forma correcta, sino también se debe prestar atención a todos los aspectos relacionados con el mantenimiento de los productos, en base a las instrucciones de los fabricantes, de manera que se garantice, como se ha comentado anteriormente, las prestaciones del producto a lo largo de su vida útil.
Todos estos aspectos contribuyen a alargar la vida útil de una manera económica y disminuir el impacto ambiental global del edificio durante su fase de uso.
Economía circular
El final de vida del producto es otro aspecto al cual los fabricantes están dedicando más esfuerzos. Ya no solo se trata de poder aprovechar el material desechado en sus propias instalaciones para reincorporarlo en el proceso de fabricación, sino que se trabaja en la reutilización de productos instalados en el edificio que, una vez finalizada su vida útil, se procesan y pueden utilizarse en la fabricación de material primario de algunos componentes de las fachadas. Se evoluciona así de un modelo de economía lineal a un modelo de economía circular, optimizando el modelo, y permitiendo la extensión de la vida del producto inicialmente fabricado.
Nuevas tecnologías y contribución a la eficiencia energética
Tampoco hay que olvidar la irrupción de las nuevas tecnologías digitales en la edificación. La conectividad de equipos y sistemas se está produciendo con mayor celeridad. A través de la sensorización, la fachada puede reaccionar de manera automática a las condiciones ambientales, niveles de ocupación o preferencias de confort del usuario. De esta forma, se pueden optimizar tanto las prestaciones del edificio como el confort de sus ocupantes.
Hoy en día la monitorización de los edificios y el empleo de diferentes tipos de sistemas permite conocer las variables energéticas del edificio y optimizar en cada momento el consumo del edificio. En este sentido la fachada juega también un papel fundamental siendo un elemento adicional pasivo que se convierte ahora en activo para conseguir un ahorro energético. Así, por ejemplo, las ventanas han pasado de ser un producto de construcción manual, a convertirse en un elemento integrado en un sistema global de gestión que permite contribuir al ahorro energético, gracias a un funcionamiento en remoto ligado a sistemas de sensores (temperatura, calidad de aire interior, radiación solar, lluvia, aire,...), o por ejemplo, a través de dispositivos móviles.
Control de calidad
Otro de los aspectos en los que se encuentra inmerso el sector es la evolución de los sistemas de fabricación, las empresas están incorporando procesos cada vez más automatizados, lo que supondrá un mayor control de calidad de la producción. Se tendrá que ver cómo evoluciona este desarrollo y cómo se adapta el sector a estos cambios, sobre todo en el caso de pequeñas empresas.
La tecnología ha abierto un nuevo campo de desarrollo en el avance de los productos de construcción que en los próximos años veremos qué cambios origina en la propia estructura del sector.
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