Nombre | Enrique Rovira-Beleta |
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Empresa | Rovira-Beleta Accesibilidad |
Cargo | Arquitecto |
Biografía | |
Con más de cuatro décadas dedicadas a hacer de la accesibilidad un elemento normalizado en el entorno construido, Enrique Rovira-Beleta es hoy una de las voces más influyentes en el diseño inclusivo. Arquitecto de formación, su propia experiencia como usuario de silla de ruedas tras un virus en el servicio militar (1982) lo impulsó a especializarse en accesibilidad, primero desde la Administración (Generalitat de Catalunya) y luego al fundar su propio estudio, Rovira-Beleta Accesibilidad.
Desde 1993 ejerce como vocal y experto en el Consejo de Accesibilidad de Cataluña, participando en la redacción de normativas clave (Decreto 209/2023, Ley 13/2014, UNE-12) y dirigiendo el Posgrado en Diseño para Todos en la UIC Barcelona, única institución española que imparte la asignatura obligatoria de accesibilidad en grado. Su trayectoria incluye la asesoría en proyectos tan emblemáticos como la supresión de barreras en los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, la Expo Zaragoza 2008 y la adaptación del entorno de la Alhambra, así como la elaboración de planes de accesibilidad para ayuntamientos, hospitales y auditorios en toda España y en Latinoamérica.
En esta entrevista, Rovira-Beleta nos explica cómo la “accesibilidad desapercibida” puede transformar no solo la movilidad de las personas con discapacidad, sino la calidad de vida y la experiencia de todos los usuarios, revelando el auténtico potencial creativo y social de un diseño verdaderamente inclusivo.
Su carrera está marcada por un compromiso inquebrantable con la accesibilidad universal. ¿Qué fue lo que despertó en usted esa sensibilidad hacia el diseño centrado en las personas y lo llevó a convertirse en un referente en este campo?
Desde mis primeros años como estudiante de Arquitectura, la ausencia de normativa y soluciones accesibles era evidente. Al enfrentarme personalmente a la discapacidad —soy parapléjico y usuario de silla de ruedas como consecuencia de un virus realizando el servicio militar en 1982—, descubrí que ni la legislación ni el diseño prestaban atención real a las necesidades de las personas con movilidad reducida. Esta carencia me impulsó a especializarme, primero como usuario y luego desde mi trabajo en la Generalitat de Catalunya, para garantizar que cada espacio fuera accesible y acogedor para todos.
Es fundador de Rovira-Beleta Accesibilidad y creador del concepto de “accesibilidad desapercibida”. ¿Cómo definiría esta filosofía y por qué cree que es esencial incorporarla en el diseño actual, más allá de un mero cumplimiento normativo?
La accesibilidad desapercibida significa integrar criterios de accesibilidad —vista, oído, tacto, olfato— sin alterar el diseño original. En mi estudio RoviraBeleta Accesibilidad asesoramos a arquitectos y diseñadores para que cada elemento accesible pase desapercibido y sea absolutamente normal. De este modo, todos los usuarios pueden utilizar el espacio con total autonomía, sin que signifique un sobrecoste ni un cambio radical en la estética.
Ha afirmado que “la accesibilidad es una cuestión de actitud y ha de ser desapercibida”. ¿Qué consejos o ejemplos daría para que los arquitectos adopten esa actitud inclusiva en sus proyectos, pensando en las personas y no solo en las reglas?
Piensen en sus propias familias: padres, abuelos, niños. Todos merecen independencia. Algo tan sencillo como diferenciar colores y texturas en suelos, manetas y paredes facilita enormemente la orientación, sobre todo para personas con dificultades visuales o cognitivas. Adoptar esta actitud no es solo cumplir la normativa, sino mejorar la calidad de vida de todas las personas sin renunciar al diseño.
Durante su trayectoria asesoró proyectos emblemáticos como los Juegos Olímpicos de Barcelona ’92, la Expo Zaragoza 2008 o la accesibilidad de la Alhambra. ¿Puede compartir algún reto humano o anécdota de esas experiencias y qué le enseñó sobre el impacto de diseñar pensando en todos?
En Barcelona '92, cuando entré a trabajar como Responsable del Área de Supresión de Barreras Arquitectónicas en Enero de 1990, comprobé que la División de Paralímpicos del Comité Organizador -COOB'92, estaba situada en el primer piso con acceso solo por escaleras. Nos obligó a cambiar el planteamiento de inmediato. En Expo Zaragoza trabajamos con arquitectura efímera y creamos rampas mecánicas integradas en los pabellones, adaptando colores y señales de cada país. Y en la Alhambra, aprendí que la accesibilidad en patrimonio no requiere tocar una piedra: comenzamos por la web, taquillas y baños no protegidos, y así convencimos a patrimonio de que era posible mejorar sin dañar el conjunto.
En ocasiones ha ilustrado que cuando un espacio es accesible para una silla de ruedas, en realidad mejora la circulación para todos. ¿Cómo cree que ese enfoque en las personas con movilidad reducida aporta valor al diseño y enriquece la experiencia de los usuarios en general?
Si un espacio permite el paso de una persona en silla de ruedas que tiene unas dimensiones de 1,20m de largo x 70cm de ancho, mejora la circulación para cualquier persona, con o sin movilidad reducida, carritos o familias con niños. Incorporar la medida estándar de la silla es, para mí, un pilar de la arquitectura del siglo XXI: sin necesidad de ampliar espacios, se gana en comodidad y seguridad para todos.
Estudios recientes indican que los ciudadanos consideran la accesibilidad un criterio de calidad y estarían dispuestos a pagar más por ella. ¿Cómo convencería a clientes o compañeros de que la accesibilidad es un valor de diseño y no solo un costo adicional, y qué mensaje motivador les ofrecería para cambiar esa mentalidad?
Recurro al ejemplo de la vivienda: imaginen invitar a una persona en silla de ruedas a su casa. Con pequeñas adaptaciones —rampa suave, pasillos de 90 cm—, hacemos hogares vitales para toda la vida y con mayor valor comercial. La accesibilidad aporta comodidad y seguridad a todos, y generalmente sin coste adicional.
Como profesor en la School of Architecture de la Universitat Internacional de Catalunya-UIC Barcelona, de la asignatura "Accesibilidad", obligatoria en sus estudios de grado, única en España, y director del Posgrado en Accesibilidad y Diseño para Todos, online telemático ¿cómo ve la evolución de la formación en accesibilidad para arquitectos, y qué cree que debería enseñarse para formar profesionales con vocación inclusiva?
Desde 2009, la UIC Barcelona incluye accesibilidad como asignatura obligatoria. Dirijo el posgrado de Diseño para Todos desde 2010, y formo profesionales de habla hispana que luego asesoran a gobiernos. Sin embargo, la mayoría de universidades no obligan esta materia. Urge ampliar la formación desde el grado y en colegios profesionales, pues todos, tarde o temprano, necesitamos un entorno inclusivo.
Ha dicho que aplicando la accesibilidad “estamos mejorando la calidad de vida de todos los ciudadanos, tengan o no discapacidades”. ¿Cómo considera que su trabajo ha transformado la vida de esos usuarios “invisibles” y de qué manera puede inspirar a otros a diseñar pensando en ellos?
Mi labor… los pasos de peatones disponen de rampa-vado que ocupa toda su amplitud, que todo el mundo utiliza sin distinción. Esa normalización del diseño accesible demuestra que todos salen beneficiados y más ahora con el envejecimiento de la población y el auge de vehículos personalizados para desplazarse: bicicletas, patinetes scooters, ... Otra situación que todos vivimos recientemente fue "el apagón en España ", donde los ciudadanos descubren que con la falta de energía eléctrica los aparatos electrodomésticos, electrónicos, ordenadores, ascensores y un largo etcétera dejaron de funcionar y para volver a su casa en pisos elevados, muchos tuvieron que subir muchas escaleras y los que no caminamos, nos tuvieron que subir a pulso con la silla de ruedas por las escaleras con la ayuda y la buena actitud de vecinos y conocidos. Otra demostración de que la sociedad responde cuando las máquinas no funcionan. Pero es posible que a partir de ahora se incorporen baterías o generadores en los ascensores de viviendas, para así poderlos utilizar aunque la luz se haya ido durante unas horas y de esta manera hacer que estos inconvenientes que sufrimos muchos, no existan.
La accesibilidad a menudo solo necesita “introducir algunos pequeños cambios para hacer que un producto resulte mucho más flexible y utilizable”. ¿Podría compartir un ejemplo concreto donde una solución accesible sencilla haya mejorado significativamente la usabilidad y la estética de un proyecto?
Un cambio tan simple como invertir el sentido de apertura de una puerta de baño —hacia afuera o corredera— duplica el espacio interior y facilita todas las maniobras. Un detalle mínimo que, una vez implementado, pasa completamente desapercibido.
¿Qué le motiva cada día a seguir innovando en accesibilidad y qué mensaje inspirador le daría a la próxima generación de arquitectos para repensar este enfoque como una oportunidad creativa?
Como arquitecto, me inspira mejorar la calidad de vida de todas las personas con mi trabajo. Con diseños accesibles y especialmente ahora con el envejecimiento poblacional, la sociedad valora cada vez más la accesibilidad física, sensorial y cognitiva. Invito a los arquitectos y a todos los profesionales que trabajan con espacios, elementos, servicios y productos que utilizamos a diario a incorporar colores, olores, texturas y sonidos en sus proyectos y diseños, pues la accesibilidad es y debe ser un reto creativo y un acto de respeto de los derechos a la máxima autonomía de toda la población. Según se incorporen estos requerimientos sin coste extra ni impacto en su diseño, evitando soluciones diferentes, y en todo caso admitiendo ajustes razonables incluso con el apoyo de ayudas técnicas y nuevas tecnologías/aplicaciones para conseguir la personalización de lo estándar, para personas con limitaciones muy severas.
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