Nombre | Emilio Sánchez-Horneros |
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Empresa | TASH |
Cargo | Arquitecto y CEO |
Biografía | |
Emilio Sánchez-Horneros, arquitecto y CEO de TASH |
Knauf, fabricantede placas de yeso laminado y productos para la construcción en seco, ha entrevistado para su blog corporativo a Emilio Sánchez-Horneros, arquitecto y CEO e TASH, Taller de Arquitectura Sánchez-Horneros S.L.P., sociedad de arquitectos con una actividad muy relevante en el ámbito de los centros hospitalarios.
Knauf charla con él sobre un tema que en este último año ha sido objeto de un fuerte debate en virtud de la pandemia: ¿cómo debe ser un hospital? Sus respuestas aportan una amplia reflexión y muchos matices. Emilio Sánchez-Horneros nos ofrece también un breve repaso sobre algunos proyectos de TASH en Latinoamérica.
¿Cuáles son los retos específicos de la arquitectura hospitalaria en el marco de la arquitectura en general?
El factor diferenciador de la arquitectura hospitalaria es que los criterios de funcionalidad son más estrictos, en especial en todo aquello relacionado con las circulaciones y las relaciones entre los distintos componentes del hospital. Un hospital es un edificio de gran tamaño comparable a un centro comercial o un aeropuerto con una peculiaridad: en el hospital confluyen todos los usos que puedas plantear en un proyecto. Esto hace que coexistan requerimientos muy distintos que derivan en complejidad y que hay que tratar desde una perspectiva multidisciplinar.
¿Qué cambios destacados ha experimentado la arquitectura hospitalaria en los últimos años?
Un tema muy importante que ha cambiado –y que no es exclusivo de la arquitectura hospitalaria– es la incorporación de la sostenibilidad ecológica y económica de las edificaciones. A parte de esto, ha habido un cambio notable en los últimos 20 años, que es la tendencia hacia la horizontalidad de los edificios en contraposición con la verticalidad dominante en los años 60 y 70. Los modelos en horizontal van muy bien para los flujos de comunicación y los transportes robotizados y neumáticos. Hay un consenso general de que los hospitales no deberían superar las 5 o 6 plantas para no generar demasiada dependencia de los transportes verticales que a veces o ocasionan puntos de colapso.
Ahora los desafíos de la arquitectura hospitalaria están por una parte en reducir los tiempos que van desde el proyecto hasta la puesta en marcha del edificio y en conseguir la mejora de la eficiencia energética, una vez construido.
¿La humanización de los espacios sería otro desafío?
Yo creo que sí, pero lo es también para todas las grandes infraestructuras. Es un reto constante mejorar la sensación de confort de pacientes, trabajadores y visitantes, sin duda. Hoy ya no solo se habla de humanización, sino de arquitectura saludable y terapéutica, que es un concepto más amplio. Incluye factores como la acústica, la naturalización de la luz artificial, los colores, el diseño gráfico, que a veces han quedado olvidados. La comunicación con los usuarios formaría parte de este conjunto.
Aquí hay que trabajar con otros profesionales…
Sí, con prescriptores de otras disciplinas. El trabajo en el mundo hospitalario es algo conjunto.
Un tema no menor es la señalética que, aunque no es una cuestión arquitectónica, depende en parte de ella…
La señalética es importante y no puede ser un apósito de la arquitectura, sino un elemento integrado en ella que debe complementarla. La señalética no puede cubrir determinados aspectos que corresponden a la arquitectura. La jerarquización correcta de los espacios es algo que debe conseguir el arquitecto con la disposición del espacio.
No puede ser que un espacio principal se sepa que lo es porque lo dice un letrero. Pasa lo mismo con la entrada de los edificios. Cuando una llega a un edificio tiene que ver claramente por donde hay que acceder a él.
El modelo passivhaus se abre camino, pero si uno piensa en un hospital le vienen a la mente una gran necesidad de elementos activos debido al gran número de aparatos y sistemas que este tipo de edificio contiene. Parece a priori complicado hacerlo de otro modo…
Un hospital es un ecosistema totalmente artificial. Los espacios tienen que tener un control higrotérmico total, al menos así son los requerimientos en los países más avanzados. En otros países, con otros estándares distintos, hay que hacerlo diferente. La arquitectura sanitaria debe adaptarse al contexto. En la situación sanitaria que viven muchos países del mundo, a veces hay que elegir entre hacer un hospital perfecto para 100 camas o uno menos perfecto para 400. Probablemente lo último sea preferible.
Si hablamos de nuestro país antes había una tendencia muy fuerte en los hospitales hacia el ahorro energético. Hoy en día la piedra angular es la capacidad de generar tu propia energía en el edificio y que sea renovable y no contaminante. Entonces el ahorro tiene un sentido más relativo que antes.
En los últimos años el tema de los recortes en la sanidad pública ha estado en el centro del debate. La reducción de los costes parece haberse convertido en una obsesión de los gestores. Trasladado esto a la arquitectura, ¿qué perspectiva adquiere todo esto? ¿Sería demagógico pedir edificios más baratos?
No tiene ningún sentido pedir eso porque es pan para hoy y hambre para mañana. La arquitectura sanitaria hay que verla en la perspectiva del ciclo de vida del edificio. Luego hay otro debate que es: hospital grande o hospital pequeño. Bueno, pues depende. Un hospital grande permite una acumulación de servicios asistenciales y favorece la investigación científica a unos niveles importantes. Muy pocos hospitales pequeños que se han construido en los últimos años se han colocado en un puesto puntero en este ámbito. Luego está la fobia de los gestores a gestionar un hospital grande, que hace que no se recomiende su construcción. Pero estas consideraciones no deben pasar por delante de la calidad asistencial y científica.
¿La arquitectura sanitaria ha respondido bien ante la pandemia?
Es un período de excepcionalidad con algunos aspectos parecidos a los de un conflicto bélico, como la necesidad de atender a un número inusual de personas y algunas muy graves.
La pandemia nos va a dejar un aprendizaje que nos va a durar mucho tiempo y unas preocupaciones que van a perdurar en nuestra vida cotidiana. Nos va a marcar sin duda. Pero, claro, dimensionar la infraestructura sanitaria para la excepción es dificilísimo y además supondría un gasto de recursos durante tanto tiempo que ningún país se puede permitir. Pedir que se amplíen los centros sanitarios para otra situación posible que podamos vivir en el futuro es una demanda poco meditada. Demasiado simple. La sostenibilidad es también económica y, si el sistema colapsa, entonces nos quedamos sin nada. Hay que ser un poco cautos. No debemos ir a un boom de construcción de hospitales. Un aprendizaje que hemos obtenido de la pandemia es que los recintos feriales o centros deportivos pueden cumplir muchas funciones y si tuvieran hospitales al lado eso sería mucho mejor porque podrían funcionar como extensiones. Esto se podría aplicar a los nuevos desarrollos urbanos.
Otro aprendizaje es que, aunque siempre hemos sabido que diferenciar flujos para evitar contaminaciones era importante, ahora hemos visto que también lo eran los procesos del personal (lavado de manos, puesta de equipos de protección, esterilización, tratamiento de los residuos médicos). Todo esto ha adquirido otra dimensión.
¿Estas lecciones tienen repercusiones arquitectónicas?
No es lo mismo demoler un tabique de ladrillo que desmontar un tabique de placa de yeso laminado, el impacto de este segundo es menor. Y este tipo de estrategias se van a consolidar aun más, si bien ya venían teniendo peso. Un hospital es un ser vivo que se va alterando a lo largo de toda su vida útil. Un hospital se debe plantear con una configuración arquitectónica flexible, pero hasta cierto punto.
¿La construcción industrializada puede influir en esto?
No tanto en la flexibilidad, pero sí en la reducción de los plazos de construcción. Algo muy necesario, por otra parte. En España hemos tardado años en hacer hospitales y luego se ha visto que era posible hacerlos en meses, aunque cabe matizar que se trata de centros monotemáticos y menos complejos.
¿Qué significa para TASH la prescripción de materiales de construcción?
Para nosotros es muy importante. En un hospital se requiere la participación de muchos profesionales y que sean muy especializados (equipamiento médico, jardinería, iluminación, etc.). Y para la cuestión de los materiales, que es esencial, requerimos también de expertos que son en este caso los fabricantes de referencia internacionales.
Para nosotros Knauf es uno de ellos y que sea una marca con presencia internacional nos va muy bien ya que trabajamos en todo el mundo. Ahora mismo tenemos más de 50 referencias hospitalarias en 8 países.
Destacamos también que, en Knauf, aspectos como la sostenibilidad, el respecto al medio ambiente y la salud de los edificios son estrategias clave de nuestra actividad y, por ello, apostamos por la innovación continua para reducir, entre otras cosas, los compuestos orgánicos volátiles (COVs) de nuestros productos, el aumento de la biohabitabilidad y por certificaciones relacionadas con el nivel de protección de la seguridad y la salud de las personas. Entre estas etiquetas destacan la Declare, obtenida recientemente que certifica la transparencia en nuestras placas y perfiles; el estándar HPD (Health Product Declaration); el certificado IBR, otorgado por el Instituto de Biología de la Construcción de Alemania o la etiqueta A+, que garantiza la baja emisión de COVs de nuestras placas de yeso laminado. Además, en Knauf contamos con el llamado efecto depurador Cleaneo®, que permite mejorar la calidad del ambiente interior de los espacios gracias a la incorporación de la zeolita en su composición.
Nos gustaría pedirle ahora un pequeño comentario sobre tres proyectos de TASH. El primero sería la Ciudad Hospitalaria de Panamá…
Nuestro primer proyecto de cierta escala fue el hospital de Toledo. Luego fuimos a Panamá y ganamos la licitación de la Ciudad Hospitalaria. Este proyecto tiene similitudes con el de Toledo. Se trata de un conjunto de hospitales interconectados y que aprovechan unos servicios centrales. Ocupa 220.000 metros cuadrados. Se plantea que cada centro tenga su identidad pero que a la vez se note un barniz común. Ha sido un proyecto largo y complejo.
El Hospital de León en Nicaragua…
Está en estos momentos en construcción. Se interviene sobre un complejo pero se construye un hospital de una única pieza. Es una apuesta para llevar un nivel de hospital del primer mundo a un país en desarrollo apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Es muy interesante porque supone un incremento de calidad en la sanidad de un país con muchas necesidades pero que ha sabido crear un plan de infraestructuras que le permite movilizar muchos recursos internacionales.
Y, para finalizar el Hospital de Bosa en Bogotá (Colombia)
Antes de entrar en materia sobre este centro, quiero recordar que el de Panamá está gestionado por el seguro social del país, de carácter público. El de Nicaragua está gestionado por el Ministerio de Salud y el de Bosa es público, pero opera con un modelo de colaboración público-privada.
Este es un proyecto en que el terreno ha obligado a hacer un edifico muy compacto y a la vez muy urbano. El de Panamá es una ciudad en sí mismo, el de Nicaragua está en la periferia, y Bosa se encuentra en el centro de Bogotá.
Cada proyecto tiene sus matices en función de las necesidades y de los contextos. ¿Está presente la sostenibilidad por igual en todos? ¿O también aquí las circunstancias marcan diferencias?
En Panamá el criterio de sostenibilidad no ha estado nunca muy presente. Nosotros lo hemos incorporado en el proyecto a través de la arquitectura bioclimática. En un país más desarrollado se pediría una hermeticidad del edificio que tuviera en cuenta el principio passivhaus. En Panamá y en Nicaragua, en un clima tropical, es muy importante mitigar la radiación solar. En Bogotá esto no es tan relevante. La sostenibilidad está presente en el Hospital de León de Nicaragua porque el BID exige unos determinados parámetros en este sentido. En Bogotá el proyecto tiene el compromiso de obtener la certifiación LEED Silver.
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