Los sensores MEMS (Sistemas Micro ElectroMecánicos) son un elemento esencial del mundo conectado. En tan solo unos escasos milímetros de tamaño, albergan delicadas estructuras microscópicas de silicio. Los sensores utilizan estas estructuras para medir la aceleración, la presión del aire, el campo geomagnético, el sonido, la velocidad de giro, la temperatura, la humedad y la calidad del aire. Objetos de uso corriente, carentes de electrónica, tales como puertas o ventanas, se pueden equipar con un pequeño, interfaz de radio de alta eficiencia energética y una pequeña batería para que puedan registrar su entorno y convertirse así en parte del Internet de las Cosas (“IoT”). Bosch ha fabricado ya cinco mil millones de sensores MEMS desde el lanzamiento de la producción hace 20 años.
Además de sus múltiples aplicaciones en dispositivos móviles, Bosch ha presentado durante el CES 2015 de Las Vegas, el primer sensor MEMS del mundo que mide la presión del aire, la humedad, la temperatura ambiente, y la calidad del aire. Todas sus funciones están contenidas en una única carcasa que mide apenas 3x3 mm. Esto abre las puertas a un gran número de nuevas funciones para dispositivos móviles u otros objetos; como, por ejemplo, la medición de la calidad del aire en una habitación, o disponer de una estación meteorológica personalizada en el smartphone que ajusta automáticamente la calefacción o el aire acondicionado en su casa. Para la navegación interna, dentro de un edificio, tales sensores pueden enviar información a la planta donde se encuentra el dispositivo. Así, por ejemplo, pueden ayudar a los usuarios a encontrar con mayor rapidez una tienda en particular dentro de un gran centro comercial. Los sensores también se utilizan en aplicaciones de salud o fitness, una forma cada vez más popular de medir la cantidad de pasos que da el usuario o contar cuantos peldaños de escaleras se suben cada día.
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