Arquima ha llevado a cabo un nuevo proyecto de construcción industrializada en las Islas Baleares para la inmobiliaria Casal Mallorquí Real Estate. Se trata de una villa ubicada en Cala Murada, al sureste de Manacor (Mallorca), que sigue una estética mediterránea y se encuentra en proceso de obtener la certificación Passivhaus. En este proyecto han colaborado el arquitecto Llorenç Brunet Nicolau de la oficina manacorina Llorenç Brunet i Associat, el arquitecto técnico Mateu Fons Amer y la constructora Projectes i Obres JCA.
Con un diseño pensado para "quienes buscan priorizar el respeto al medio ambiente", esta vivienda de casi 200m² destaca por su alta eficiencia energética, lo que contribuye a reducir su impacto ambiental sin renunciar al estilo ni a la comodidad. La distribución de la villa, de planta sótano, planta baja y una planta alta, sigue una volumetría sencilla de inspiración mediterránea, con una estructura horizontal que se complementa con muros pantalla que sirven tanto de soporte como de elementos de separación para los distintos espacios exteriores de la casa.
La certificación Passivhaus, de origen alemán, es conocida por ser uno de los estándares más exigentes para la construcción de edificios de bajo consumo energético. Este sello se basa en principios como el uso de un aislamiento térmico óptimo, la hermeticidad ante infiltraciones de aire y la instalación de carpinterías de alto rendimiento, con el objetivo de maximizar la eficiencia energética y el confort.
Además, este proyecto incorpora materiales naturales y saludables, lo que contribuye a disminuir el impacto ambiental de la construcción, reduciendo el uso de productos derivados del petróleo. La combinación de Passivhaus con estos materiales sostenibles no solo beneficia al medio ambiente, sino que también mejora la calidad de vida de los residentes, creando espacios más saludables y responsables.
En la planta baja se encuentra un amplio salón-comedor que da la bienvenida a los visitantes, junto con un dormitorio y una zona de lavandería. En la planta superior se ubican dos dormitorios con baño, además de una terraza con vistas al mar y al paisaje circundante. Los tres dormitorios están equipados con suelos de madera, lo que aporta un toque cálido y acogedor. La disposición y el diseño del espacio optimizan la entrada de luz natural y la circulación del aire, creando un ambiente cómodo y agradable tanto para los residentes como para los invitados.
Una de las características más destacadas de esta villa es su doble fachada, que permite disfrutar de terrazas soleadas y de espacios privados. Cuenta con tres terrazas cubiertas y dos pérgolas vegetales, que proporcionan espacios exteriores agradables y funcionales.
El acceso al interior se encuentra entre la cocina y la escalera, y es especialmente llamativo porque se oculta tras un acceso exterior. Además, el diseño permite acceder a la zona del porche y la piscina sin necesidad de entrar en la casa, proporcionando una conexión directa con el entorno exterior.
La envolvente del edificio se ha realizado con un entramado ligero de madera aislado con materiales naturales. Entre los acabados destacan los muros SATE de color blanco, los zócalos en tonalidades variadas, carpinterías metálicas en color anodizado oscuro y una vegetación exuberante que rodea la villa.
La distribución de los espacios interiores y exteriores ha sido diseñada para generar una sensación de amplitud y al mismo tiempo de intimidad, con una óptima circulación de luz natural y el uso de materiales que aseguran la salubridad y el confort de la vivienda.
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