La Asociación Española de la Biomasa (AVEBIOM) acaba de presentar unos datos que destacan los ahorros económicos resultantes del uso de la biomasa para calentar viviendas y edificios.
El sector de la fabricación de biocombustibles sólidos en España, incluyendo pellets, astilla y hueso, ha logrado asegurar el abastecimiento del mercado nacional y mantener la competitividad en precios frente a los combustibles fósiles durante la crisis energética del verano de 2022. A pesar del aumento de los costes de la electricidad y de la madera, los fabricantes y distribuidores nacionales controlaron el volumen de sus exportaciones a Centroeuropa para evitar el colapso y una excesiva subida de precios en sus mercados.
Ahora que las aguas empiezan a calmarse, se comprueba que ambos objetivos se cumplieron: ha habido suficiente pellet y astilla para los consumidores y los precios, aunque mucho más altos que el año anterior, han seguido manteniendo un apreciable diferencial con los de los combustibles convencionales de origen fósil, confirmando que la biomasa ha sido, en 2022, la fuente de energía para calefacción más económica.
Según la Oficina Europea de Estadística, Eurostats, la biomasa es la fuente de energía que más ahorro genera a los usuarios de calefacción y de calor industrial, sectores que consumen cerca del 40% de la energía total en España. Si nos fijamos en los precios de los consumidores domésticos, incluyendo impuestos, tasas, topes, en comparación con otros combustibles, el precio medio del pellet ha sido de 10,38 céntimos de euro por kWh, mientras que la electricidad ha tenido un precio medio de 33,50 céntimos, el gas de 18,55 céntimos y el gasóleo de 11,34 céntimos por kWh. En resumen: calentarse con gas es un 44% más caro que hacerlo con pellets, y hacerlo con radiadores eléctricos, por ejemplo, cuesta el triple que calentarse con pellets.
En cuanto a los grandes consumidores como una comunidad de vecinos, un hotel o una industria, el precio medio del gas industrial en el segundo semestre de 2022 alcanzó los 13,68 céntimos de euro por kWh, el doble que en 2021 y el triple que en 2020, frente al imbatible precio de la astilla de madera, cuya media fue de 2,95 céntimos de euro el kWh durante el segundo semestre del pasado año.
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