La compañía empleó 17 inyecciones de resina expansiva y 36 micropilotes para resolver una patología generada tras la realización de unas obras
La puesta en marcha de obras en edificios antiguos de viviendas como medida de mantenimiento es vital para que no aparezcan problemas estructurales o desperfectos que condicionen la vida de las personas que los habitan. No obstante, en ocasiones, llevar a cabo dichas acciones puede generar el surgimiento de otros contratiempos mucho más importantes. Es el caso que resolvió GeoNovatek recientemente, ya que la compañía realizó una intervención con éxito en un bloque de viviendas de seis plantas en Madrid construido en 1960, caracterizado por tener forma de “T”, que un tiempo atrás había empezado a mostrar una serie de síntomas tras la realización de unas tareas de mejora de la estructura.
En este sentido, dos años antes de la actuación de GeoNovatek, la comunidad de propietarios efectuó una junta de dilatación en un área determinada de la construcción, separando el pie de la “T” de su cabeza. A raíz de dicha intervención, la fachada izquierda del pie empezó a girar hacia el exterior, con desplome de hasta 4 cm en las plantas altas, y de 1,5 cm en el muro. Esto provocó la aparición de grietas en la parte exterior del edificio e, incluso, en el interior de las viviendas. Asimismo, la patología también generó fugas en el saneamiento. Cabe destacar que la cimentación está formada por zapatas corridas de hormigón en masa, mientras que el terreno lo componen arcillas ligeramente expansivas.
GeoNovatek decidió intervenir para resolver cuanto antes una situación problemática que podía complicarse más aún si se demoraba la actuación. Para ello, implementó el sistema Lift&Block, que combina la capacidad consolidante de las resinas expansivas HDR300 junto con la capacidad portante de los micropilotes de acero hincados.
En primer lugar, se consolidó el terreno mediante 17 inyecciones de resina expansiva. Esta técnica se inicia llevando a cabo varias perforaciones de entre 10 y 26 mm de diámetro, que atraviesan la cimentación. A continuación, se insertan varias cánulas metálicas en cada una de las perforaciones, en las que a su vez se realizan las inyecciones de resina HDR300 justo debajo del plano de apoyo de la losa, expandiéndose hasta llegar a un estado sólido debido a una reacción química. Una vez que se solidifica, la resina rellena todas las oquedades y crea un estrato entre el terreno y la cimentación de elevada resistencia a la compresión.
El siguiente paso fue la instalación de 36 micropilotes para recalzar la cimentación, cuyo objetivo es lograr la transferencia de parte de la carga de la estructura hasta estratos de mayor resistencia y profundidad. Esta complicada intervención se pone en marcha efectuando varias perforaciones de 64 mm de diámetro, que atraviesan verticalmente la zapata.
A continuación, en estas perforaciones se introducen los micropilotes MP/60 por presión continua, evitando las excavaciones, empleando como contrapeso, la propia estructura, mediante punto de enganche para el pistón hidráulico con los adecuados pernos de anclaje. Los elementos que configuran el micropilote se introducen uno tras otro, uniéndolos entre sí con un manguito roscado macizo. Cuando el micropilote encuentra una formación que le permita resistir la fuerza de hincado previamente especificada, el pistón se desengancha y el micropilote se ancla a la cimentación a través de un mortero especial de anclaje.
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