Un edificio de oficinas de la Universidad de Innsbruck ha sido certificado con el estándar enerPHit. Hasta la fecha es el mayor proyecto de reforma con certificación EnerPHit.
En este caso se trata de una reforma integral en un edificio de ocho plantas construido en 1968. La excelente planificación ha logrado una reducción de la demanda de calefacción de 180 kWh / m2a a 21 kWh /m2a. El proyecto cumple con los criterios de las normas EnerPHit para la reforma con componentes Passivhaus.
El estándar EnerPHit ha sido desarrollado por el Instituto Passivhaus para adaptarse a las necesidades específicas de una obra de reforma. La creación de esta certificación es necesaria, ya que no se pueden transferir las soluciones para una casa pasiva de nueva construcción a una casa de construcción convencional que hay que reformar según los criterios Passivhaus.
De la anterior construcción se ha mantenido intacta la estructura de hormigón armado de los techos y pilares. Para aumentar de forma importante la eficiencia energética y el confort en el edificio, se centró toda la atención en la renovación de la envolvente y la tecnología de gestión del edificio.
Para lograr en verano una reducción energética se cuenta con un sistema automático de refrigeración pasiva nocturna que controla las ventanas y la ventilación con aire fresco de las oficinas, mediante aperturas adecuadamente dimensionadas y el buen aislamiento térmico de la fachada. Además, se ha incrementado la eficiencia de los aparatos eléctricos.
El estándar EnerPHit es una guía para sanear los edificios ya construidos de forma eficiente y económica. Además de la eficiencia energética se respetan aspectos tales como que los habitantes vivan en un espacio saludable, los costes de mantenimiento y del ciclo de vida. La finalidad de la certificación EnerPHit es una garantía de que el aislamiento térmico se ha realizado de forma correcta. De esta manera se evitan futuros retoques que siempre son costosos.
El nuevo edificio ya ha superado los primeros retos como así lo atestiguan sus usuarios. Este verano las temperaturas alcanzaron los 37ºC en Innsbruck, un récord para la ciudad. A pesar de ello no hizo falta un sistema de climatización en el edificio y se pudo trabajar sin complicaciones. En la actualidad, afrontando ya el clima otoñal siguen sin tener que utilizar la calafacción disfrutando de un clima agradable en el interior del edificio.
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