Según el Panorama económico y empresarial de la economía española e internacional, elaborado por el Servicio de Estudios del Departamento de Economía de CEOE, los organismos internacionales revisan al alza las previsiones de crecimiento para el PIB mundial en 2024, aunque seguirá siendo históricamente débil. En el caso de España, se han revisado al alza las perspectivas de crecimiento para 2024 hasta el 1,8%.
Dada la mejora de la actividad en la última parte del año, las perspectivas para 2024 se han revisado al alza levemente, hasta el 1,8%. La previsión para 2025 sitúa el crecimiento de la economía española en el 2%. Estas previsiones están en línea con las de la Comisión Europea, que estima un 1,7% para 2024 y un 2% para 2025. Esto tendrá un efecto moderadamente positivo en la creación de empleo (en el entorno del 2%) para ambos ejercicios y la tasa de paro se reducirá paulatinamente, hasta el 11% de media en 2025. La inflación se situará en el 3% en media en 2024 y en el 2,2% en 2025, si no se producen shocks adversos en los mercados de materias primas. Se seguirá manteniendo el superávit exterior, mientras que el ritmo de consolidación fiscal será más lento, a no ser que la implementación de las normas fiscales introduzca una mayor presión de ajuste presupuestario.
Demanda y actividad en España durante 2024
Los indicadores disponibles para el inicio de año, todavía muy escasos, muestran en general un punto de partida bastante positivo para 2024, al menos los referidos a las expectativas de los agentes. El indicador de sentimiento económico ha alcanzado su mejor resultado en nueve meses en el mes de enero y la mayor parte de los indicadores de confianza muestran una evolución más positiva que en los meses finales de 2023.
El consumo privado continúa teniendo un papel clave en el crecimiento de la economía, lo que se puede ver favorecido en 2024 por la buena marcha del mercado laboral, el incremento de su renta disponible, la moderación de la inflación y las expectativas de próximas bajadas de tipos de interés. Más preocupante resulta la evolución de la inversión, que no acaba de remontar, en un contexto de debilidad de la industria y de la demanda externa.
Comienza a observarse cierta estabilización en los indicadores relativos a la actividad industrial, tras mantener una senda contractiva durante la mayor parte de 2023. Así, aunque la actividad industrial continúa viéndose afectada por un contexto económico internacional estancado, en especial en la Eurozona, parece que se ralentiza el ritmo de contracción de la actividad en el sector. El PMI de manufacturas, aunque acumula diez meses en niveles contractivos, en enero ha mostrado una significativa mejora, al pasar del nivel 46,2 al nivel 49,2, el mejor dato desde marzo de 2023.
Las empresas encuestadas manifiestan que tanto el volumen de compras como los nuevos pedidos han frenado su ritmo de caída y las expectativas para 2024 mejoran, en un contexto de menor inflación y posibles recortes de tipos de interés en la segunda mitad del año. Dentro del sector manufacturero, los bienes de consumo continúan presentando un mayor dinamismo que los bienes intermedios o de capital, aunque también estos muestran un menor deterioro. Además, ya se observa cierto retraso en los insumos, debido principalmente a la crisis en el Mar Rojo, cuya evolución preocupa en el sector.
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